Retratos religiosos

La palabra retrato viene del latín, retractus, y consiste en la pintura, imagen o representación de una persona. Por lo general, el retrato suele tener una expresión plástica (una pintura, una fotografía o una escultura) que imita a la persona real. Se trata de reproducir con la mayor exactitud posible el aspecto físico y la personalidad del sujeto retratado.

Debemos tener en cuenta de que, antes del surgimiento de las técnicas fotográficas, la única manera de captar la imagen de una persona para poder así inmortalizarla era a través de una creación artística.

Aquellas personas que gozaban de un mayor poder fueron los primeros individuos en ser retratados, entre los que se encontraban importantes reyes y sacerdotes. De igual manera se utilizó como un excelente medio de culto a la propia personalidad del retratado. Así, muchos gobernantes colocaban sus retratos en los edificios públicos y en las calles, asimilando la población así la imagen del líder y perpetuando su mensaje.